lunes, octubre 22, 2007

Camino de Santiago I

Ha pasado bastante tiempo desde cuando hice el Camino de Santiago y ya no recuerdo todo con tanto detalle pero tengo muy buenos recuerdos de estos días y de toda la gente que conocí en el viaje. Espero que un día pueda volver a hacerlo y vivir la experiencia otra vez. Empezamos el 3 de agosto y teníamos que coger el vuelo en Santiago de Compostela por la mañana del 13 así que teníamos 10 días y 200 kilómetros para caminar :) Antes de empezar una amiga mía me dijo: ‘¡Madre mía! ¡No he andado tanto en mi vida!’ Pero todo es posible, ¿no? :)

Hice el Camino con mi madre y una amiga suya. Ellas vinieron de Tallin a Barcelona, pasaron una noche allí y cogieron el autobús hasta Ponferrada. Yo también cogí el autobús pero desde Granada. El autobús salió a las 1:30 de la noche así que intenté a dormir y tenía una gran sorpresa cuando, durante la noche, el hombre de más o menos de 50 años que estaba sentado a mi lado, me despertó para preguntarme si quiero poner mi cabeza en su hombro :) Claramente rechazó su oferta :) Tenía que cambiar el autobús en Madrid y llegó a Ponferrada a las 11:30. ¡Qué viaje más largo! Pero todo bien porque en la estación vi a mi madre y su amiga quien ya habían estado en la ciudad algunas horas y habían tenido tiempo para ir y cogernos ‘las pasaportes’ (Un documento con el nombre y el país del peregrino, que marca si está viajando a pie, en bici o a caballo. El peregrino tiene que coger sellos a ‘su pasaporte’ durante el viaje para mostrar donde ha estado). Era un poquito difícil encontrar la salida justa de la ciudad de Ponferrada porque el mapa dijo una cosa y la gente de la ciudad con quien hablamos, otra. Pero viendo algunos peregrinos en bici, les seguimos y desde aquí era ya mucho más fácil porque en el Camino de Santiago los peregrinos pueden seguir las conchas y flechas amarillas y estar seguros que no van a perderse.
Teníamos un mapa que enseñaba los pueblos que tenían los albergues… Caminamos hasta una pequeña localidad de Pieros y la gente del pueblo nos dijo que allí no hay ningún albergue, pero que podemos dormir en la parada de autobús que está cubierta y donde muchas veces hay peregrinos pasando la noche. Después de un rato de pensar decidimos volver a Cacabelos y dormir en el albergue que había allí. Mi primera noche lo pasó en una pequeña habitación doble con una coreana que no sabía ni inglés ni español pero que por suerte entendió mi lengua de gestos y que me saludaba durante todo el viaje siguiente cada vez cuando me vio.

En el segundo día empezamos a las 8 y caminamos 10 kilómetros hasta Villafranca. No habíamos comido nada y yo estaba muerta del hambre. Y no era nada fácil encontrar una tienda. La pequeña tienda que encontramos por fin, me vendió natillas con moho. Fui a cambiarlo y otra vez la misma sorpresa desagradable :) Pero después de mi segunda queja la tienda me ‘regaló’ pan y una manzana gratis. Seguimos y cuando ya eran las 15:00 nos dimos cuenta de que tenemos que echar la siesta porque con este calor no se podía andar. Hicimos un descanso y después de algunos minutillos sentada en un banco al lado de una gasolinera, tenía una gran sorpresa. Me levanté y vi que no puedo mover mis piernas en absoluto. Se habían puesto en huelga y se negaron a mover. Lo mismo paso con mis compañeras y necesitamos mucho rato andando lentamente como unos caracoles para ‘calentarnos’ y poder andar más o menos bien otra vez. La noche la pasamos en refugio Pequeño Potala en Ruitelán y ¡lo recomiendo!

(continua…)

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